Cómo potenciar los cinco sentidos en la playa y en la montaña

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Desde que nacemos, a través de nuestros sistemas sensoriales recibimos una cantidad enorme de información que almacenamos y llevamos hasta el cerebro, haciendo que este proceso de aprendizaje se haga continuo e indispensable.

Los sentidos nos conectan con el exterior y el verano es una excusa perfecta para que los más pequeños -y no tan pequeños- se descubran a ellos mismos y a lo que les rodea ahora que tienen más tiempo. Un sencillo día en la playa o en la montaña pueden ser los telones de fondos perfectos para llevar a cabo una actividad sensorial y desarrollar el olfato, la vista, el oído, el gusto y el tacto. ¡Acompañadnos!

En la playa:

Olfato: crema solar. Mientras te pones crema, concéntrate en el aroma que desprende la crema solar e inhala con tranquilidad. Verás que si cierras los ojos y te concentras en el olor, este se hace más intenso.

Vista: océano. Acércate a la playa y observa las olas. Intenta no perder detalle de cómo se mueven, su rapidez, su frecuencia, las diferentes tonalidades de colores por las cuales pasan… No tengas prisa.

Oído: mar. Conectado con el punto anterior, disfruta de la sonoridad de las olas al romperse, y estírate en la arena para relajarte con esta melodía de fondo. (¡No podemos asegurarte que no te acabes duermiendo!)

Gusto: agua del mar + helado. Acércate a la playa y mete un dedo en el agua. Chupa una gota y nota como las papilas gustativas se activan con el sabor a sal. Para hacer un gran contraste, toma un helado dulce y acaba con un buen sabor de boca.

Tacto: arena. Abre bien tus manos y coge arena de la playa llenándolas todo lo que puedas. Después, déjala caer despacio sintiendo su textura. Verás como te calma esta sencilla acción.

En la montaña:

Olfato: flores. Acércate a diferentes flores y huélelas pausadamente. ¿Desprenden un olor dulce o más bien silvestre? Husmea diferentes tipos para analizar los diferentes olores y escoger tu favorita.

Vista: paisaje. Tanto si te encuentras en un bosque, como en un valle o en una montaña, estás en un lugar privilegiado. Dale placer a los ojos y observa lo que te rodea: cada árbol, flor, río y nubes. Disfruta de las vistas.

Oído: pájaros. Prohibido hablar durante unos minutos para escuchar la voz de la naturaleza. La melodía de los pájaros te dará una paz extrema y si cierras los ojos sentado bajo un árbol, los minutos pasarán como segundos. Pasado un rato, silba y contesta a los pájaros, a ver si conseguís cantar juntos.

Gusto: frutas silvestres. Las montañas están llenas de sorpresas y entre ellas se encuentran frutas silvestres como moras, arándanos, frambuesas, o frutos secos como almendras, etc. Coge alguna y pruébala. ¡Verás como saben de diferente de las que estamos acostumbrados!Tacto: tronco de un árbol. Abraza a un árbol e intenta conectar con él, averiguar cuántos años tiene y quién lo plantó. Pasa la mano sobre su tronco, y siente las rugosidades de su textura. Disfruta del momento.

Esperamos que esta sencilla actividad os haya dado ideas para practicar éste verano, porque cualquier momento es una oportunidad de aprendizaje. Si queréis compartir con nosotros alguna actividad o recurso, ¡no dudéis en hacerlo en los comentarios!

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